Nos prometimos algo entre voces dispersas. Nos susurramos en secreto esa promesa, que hasta la fecha, no ha caducado.
Nos prometimos algo.
Nos prometimos regresar juntos a casa.
Lo hicimos de la mano; parados en el marco de la puerta.
Vimos el nuevo mundo en un tiempo inexistente, tal, que podíamos ver las estelas de colores de los autos por la noche.
El reloj no corría para nosotros y solo la fuerza que sentía en mi mano envuelta dentro de la tuya, me daba el valor de iniciar el cronometro.
A veces hay que estar solos. Así aprendemos. Así vivimos. Y al final, así nos encontramos otra vez.
Nos separamos en ese momento, nos olvidamos en memoria consiente. Ahora éramos una de tantas luces sin estela aparente que corrían por la carretera.
Pero muy dentro el recuerdo de otro nos había marcado.
Tengo esa marca.
Esa promesa pendiente.
Después de haber vivido.
Volver juntos a casa.
Y ahora no te recuerdo. Pero se que te conocí alguna vez. Y se muy dentro que cada raíz de mi destino se une para llevarme a ti.